En el muralismo mexicano no hay propaganda en el sentido de la publicidad de una compañía. Ni Diego Rivera, ni Siqueiros, ni Orozco eran publicistas en ese sentido. Otra cosa es que [ellos] dieron un despliegue ideológico a sus plataformas políticas que las tenían y [trataron] de establecer una cierta relación entre lo que el gobierno iba haciendo, con respecto a los reclamos populares, y lo que el gobierno no iba haciendo. De ahí que hay tanto elemento crítico combinado con aquello. Se dijo que el muralismo era una concesión a los diversos gobiernos más o menos populistas. Basta examinar en profundidad lo murales más importantes--Palacio Nacional y Chapingo de Diego Rivera o el tríptico de Guadalajara de José Clemente Orozco o el Hospital de la Raza o el Sindicato de Electricistas de David Alfaro Siqueiros y tantos otros murales--para darse cuenta de que en esos murales, cada uno de estos artistas desarrolló su propia plataforma ideológica con tanta libertad como pudieron usar según los gobiernos del momento.
Diego Rivera: un ejemplo
Hay un ejemplo bien interesante. Los dos son de Diego Rivera y [están] en el Palacio Nacional. En la primera versión de la parte central del palacio, la que corresponde justamente a la parte central, Rivera inicialmente fue movido por el sentido de patria que se había desarrollado en los primeros años de la posrevolución. Recordemos que él pinta la primera versión de este mural en 1929, viene de los Estados Unidos en 1931 para modificar la primera versión que era una madre patria muy simbólica, muy majestuosa, y modifica esa parte para poner ahí a Zapata y otros líderes campesinos revolucionarios que están señalando con una mano hacia el muro poniente. Ese muro, así como la primera parte, había sido pintada en la época del líder máximo, cuando estaba Calles en el gobierno o sus sucesores. El siguiente muro, el "México de hoy y de mañana," está pintado ya en el gobierno de Cárdenas en 1935. Hay una amplitud de criterio en el "México de hoy y mañana" y una reafirmación revolucionaria muy fuerte. Pero hay que ligar el deseo de Rivera en 1931 de pintar esto y que se le dio la oportunidad en 1935. Es decir, la idea subyacía en él hasta que encontró el medio sociopolítico adecuado como para establecer la crítica del charrismo mexicano, la crítica a la degeneración del callismo que había empezado con una gran promesa socialista y derivó en represiones al movimiento obrero mexicano y a la opresión del campesino. Todo esto está dicho con mucha claridad en el "México de hoy y de mañana," incluyendo la colusión del clero con los sectores más retrógrados del gobierno.
El arte y los anuncios comerciales
La elocuencia política es una de las maneras de la propaganda, pero no se puede decir que [los murales] sean carteles publicitarios como se anuncia una ropa interior o un cigarro. Hay que hacer una profunda distinción. El mural de Siqueiros en el Hospital de la Raza es un mural de exaltación de las luchas convergentes tanto de los sectores obreros como de los sectores profesionales y sectores de servicios públicos. Él cree que será con la convergencia de estas fuerzas como se lograrán pasos adelante. Este mural está pintado entre 1952 y 54. Previamente se hacen murales más o menos decorativos como son los de Montenegro en San Pedro y San Pablo y él de Rivera, "La creación," en el anfiteatro Bolívar. Cuando Rivera arranca con la Secretaría de Educación Pública ya su lenguaje se vuelve un lenguaje militante, por lo tanto una expresión elocuente, por lo tanto una expresión donde se propagan ideas revolucionarias.